Aproha nació con un convencimiento y compromiso principal: la consideración de la Historia del Arte como una profesión, de ahí que hayamos emprendido todo tipo de acciones (formativas, normativas, laborales, etc.) para conseguir este reconocimiento, lo que implica respetar nuestras competencias profesionales en todos los campos y ámbitos propios de la Historia del Arte. Y uno de ellos y principal es el referido a la producción y difusión del conocimiento histórico-artístico sea cual sea el medio, destinatario y nivel, especialmente en el ámbito de la Tutela del Patrimonio Histórico. En este sentido nuestra premisa es muy clara: cualquier actividad tutelar (restauración, difusión, catalogación…) realizada sobre un bien integrante del Patrimonio Histórico-Artístico, sea público o privado (cuestión ésta relevante en este caso puesto que el comisariado de Christian Gálvez es sólo para la parte de la exposición correspondiente al Palacio de las Alhajas, mientras que la de la Biblioteca Nacional corresponde a la “catedrática de paleografía” Elisa Ruiz), y que implique la producción de conocimiento histórico-artístico (sea cual sea su nivel) requerirá la participación obligatoria del profesional competente para ello, el Historiador del Arte. Por eso estamos luchando de forma denodada contra la administración de turismo (y muchas otras administraciones e instituciones públicas) para conseguir que se reconozca la competencia de los Historiadores del Arte en la visita cultural de los bienes histórico-artísticos, sea cual sea su destinatario. Por eso defendemos que los informes histórico-artísticos en los trabajos de restauración los realicen los Historiadores del Arte o que la labor de difusión en los museos de arte, incluidas las numerosas exposiciones temporales que programan, las realicen igualmente Historiadores del Arte. Y por eso esta exposición sobre Leonardo y cualquier otra realizada sobre artistas u obras de arte (y siempre que el objeto y finalidad de la exposición sea histórico-artístico) deberían estar comisariadas por profesionales de la Historia del Arte.
La adquisición del conocimiento es libre y no admite límites ni restricciones por lo que es admirable y muy loable la erudición alcanzada por tanto aficionado al mundo del arte, pero el ejercicio profesional de este conocimiento es otra cosa muy diferente, por lo que debe estar reglado, ordenado, reconocido, ¡¡retribuido!!… En este sentido una de las afirmaciones que más daño hacen a las Humanidades (en comparación con las muy profesionalizadas Ciencias y Ciencias Sociales) es que lo importante no es la titulación sino el conocimiento que se atesora, lo cual provoca un devastador efecto de desacreditación de todo el intento que hacemos desde el ámbito universitario, científico y profesional por prestigiar las Humanidades y por ofrecer a nuestros egresados una salida laboral digna.
Por todo ello (y desde la necesaria simplificación que imponen las redes sociales), y ante la pregunta que nos hacíamos, la respuesta que emitimos desde Aproha es muy clara: SÍ ES INTRUSISMO PROFESIONAL (lo único que lamentamos es que este pronunciamiento lo hayamos tenido que hacer a raíz del revuelo creado por ser el comisario de la exposición, un personaje televisivo -al que queremos mostrar nuestro máximo respeto-, cuando habitualmente en todos los museos e instituciones públicas se realizan exposiciones de arte comisariadas por personas que no son Historiadores del Arte).
REPERCUSIÓN DE NUESTRA DENUNCIA EN REDES SOCIALES EL PASADO 23 DE NOVIEMBRE:
PRONUNCIAMIENTO DE APROHA
Aproha nació con un convencimiento y compromiso principal: la consideración de la Historia del Arte como una profesión, de ahí que hayamos emprendido todo tipo de acciones (formativas, normativas, laborales, etc.) para conseguir este reconocimiento, lo que implica respetar nuestras competencias profesionales en todos los campos y ámbitos propios de la Historia del Arte. Y uno de ellos y principal es el referido a la producción y difusión del conocimiento histórico-artístico sea cual sea el medio, destinatario y nivel, especialmente en el ámbito de la Tutela del Patrimonio Histórico. En este sentido nuestra premisa es muy clara: cualquier actividad tutelar (restauración, difusión, catalogación…) realizada sobre un bien integrante del Patrimonio Histórico-Artístico, sea público o privado (cuestión ésta relevante en este caso puesto que el comisariado de Christian Gálvez es sólo para la parte de la exposición correspondiente al Palacio de las Alhajas, mientras que la de la Biblioteca Nacional corresponde a la “catedrática de paleografía” Elisa Ruiz), y que implique la producción de conocimiento histórico-artístico (sea cual sea su nivel) requerirá la participación obligatoria del profesional competente para ello, el Historiador del Arte. Por eso estamos luchando de forma denodada contra la administración de turismo (y muchas otras administraciones e instituciones públicas) para conseguir que se reconozca la competencia de los Historiadores del Arte en la visita cultural de los bienes histórico-artísticos, sea cual sea su destinatario. Por eso defendemos que los informes histórico-artísticos en los trabajos de restauración los realicen los Historiadores del Arte o que la labor de difusión en los museos de arte, incluidas las numerosas exposiciones temporales que programan, las realicen igualmente Historiadores del Arte. Y por eso esta exposición sobre Leonardo y cualquier otra realizada sobre artistas u obras de arte (y siempre que el objeto y finalidad de la exposición sea histórico-artístico) deberían estar comisariadas por profesionales de la Historia del Arte.
La adquisición del conocimiento es libre y no admite límites ni restricciones por lo que es admirable y muy loable la erudición alcanzada por tanto aficionado al mundo del arte, pero el ejercicio profesional de este conocimiento es otra cosa muy diferente, por lo que debe estar reglado, ordenado, reconocido, ¡¡retribuido!!… En este sentido una de las afirmaciones que más daño hacen a las Humanidades (en comparación con las muy profesionalizadas Ciencias y Ciencias Sociales) es que lo importante no es la titulación sino el conocimiento que se atesora, lo cual provoca un devastador efecto de desacreditación de todo el intento que hacemos desde el ámbito universitario, científico y profesional por prestigiar las Humanidades y por ofrecer a nuestros egresados una salida laboral digna.
Por todo ello (y desde la necesaria simplificación que imponen las redes sociales), y ante la pregunta que nos hacíamos, la respuesta que emitimos desde Aproha es muy clara: SÍ ES INTRUSISMO PROFESIONAL (lo único que lamentamos es que este pronunciamiento lo hayamos tenido que hacer a raíz del revuelo creado por ser el comisario de la exposición, un personaje televisivo -al que queremos mostrar nuestro máximo respeto-, cuando habitualmente en todos los museos e instituciones públicas se realizan exposiciones de arte comisariadas por personas que no son Historiadores del Arte).
REPERCUSIÓN DE NUESTRA DENUNCIA EN REDES SOCIALES EL PASADO 23 DE NOVIEMBRE:
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